Thursday 23 October 2008

En Caso De Que El Tiempo Pase De Largo

Una revisión a un poema escrito hace más o menos cuatro años (de hecho más de cuatro años). Al parecer esta nueva versión mejoró varios aspectos: pérdida del rígido esquema, mayor imaginería, etc... (Además de una explicación plausible a la composición final, la cual tuve en mente muchísimo antes que el resto del texto...)

Todavía me pregunto diariamente,
¿a qué tipo de energía responde
ese devenir tuyo, insulso, rítmico
afectado? ¿ese devenir mundano?

Por la tarde me detuve
en la cabina telefónica,
sólo un segundo
para retener a mis ideas.
Hoy es por fín otro día,
el número doscientos seis
de tu continua deshidratación
de mis venas.

Tu pálido rostro, tu piel de duelo,
de luto y de entierro
reviven mis anhelos.
Soy un ave de rapiña,
que ahora acecha a tus ojos
que desvanecen para siempre
mis deseos por la muerte.

Desde las hojas de la cabina se oye
mi nueva canción:

"Te besaré ante el altar mayor,
cual ligera,
romántica composición,
mis labios apenas rozarán tu cuerpo,
pero te rendirás,
si afuera azota el viento."

Monday 6 October 2008

Entropía Esfuerzo

Huesos
con negligencia arrojados al pavimento,
cantando su clac-clac incesante,
burlones se visten con los recuerdos
dolorosos de la carne;
los gatos hambrientos los persiguen
y lentamente los atrapan,
eternizan los crujidos
en sus mandíbulas muertas.

Suena la melodía enfermiza
y escalofriante de este,
nuestro desquiciante banquete,
y los ruidos, medio eufónicos,
medio discordantes,
acorralan a las conciencias
y traen a la memoria
el llanto de las catedrales,
el latido de los demás muros
al presentir y sufrir de antemano
su ya próxima debacle.

(Porque la tierra se agita
furiosa,
bajo nuestros pasos descuidados.)


Y tanto rugen el suelo,
las paredes de humo
y los huesos en el potro
del hambre agónica,
que todo se vuelve queja:

el viento que silba en las ramas
y las aves que silban en ellas,
en su calma belleza
no son sino formas nuevas de queja
que reflejan las lágrimas
de nuestra superficie,
tal y como la cara
del charco en la calle
reflejaría el arcoiris,
si aún hubiera esperanza.

Todo se lamenta
de su pronto final,
de su prometido desenlace
en la farsa de la vida;

mas sólo aquellos que luchan y mueren
constituyen la verdad
(si es que ésta existe)
dentro de nuestra absurda mentira.

Gracias a aquellos caídos,
no deberíamos morir luchando
jamás,
deberíamos morir sólo resistiendo
en el constante cambio,
en el trabajo de la mutabilidad.

Pero sin querer
olvidamos lo palpitante,
para darle espacio a recordarsólo lo que lacera.