Monday 14 December 2009

Metáforas Botánicas

Pensando que estaba en lo aburrido del presente y lo sombrío del futuro, escuché ese proverbio que reza “¿quién necesita amigos cuando tiene enemigos?” y me acorde de una interesante frase de un cuento de Sherwood Anderson, la cual fue, a fin de cuentas, la que me dio la energía (no tanto inspiración, sino mejor dicho, el ánimo) para terminar un cuento en el que llevaba trabajando varios meses –un año más o menos-, frase que no deja de ser… pues digamos… agridulce:

We all need to be loved. We all want to be loved and the world has no plan for creating our lovers.

(Sherwood Anderson. “Seeds”)

He de decir que todo el cuento mantiene ese ambiente sombrío y verosímil a pesar de desarrollarse de forma un poco discontinua, y esto es lo que lo hace tan efectivo. Incluye además, una de las metáforas más interesantes que he leído acerca de las influencias que definen a los seres humanos, comparándonos con árboles sofocados por enredaderas que suben como “cosas vivientes que se arrastran” sobre nosotros, casi plagas plantadas por… ¿quién?: eso es lo que nos preguntamos siempre.

Entonces ya no resulta tan difícil entender a Bécquer (o a Verlaine) con eso de que a veces se quiere ser una hoja al viento, o un algo –con la consabida “despersonalización”- muerto y seco que es libre por aquí y por allá (de hecho Anderson incluye la misma metáfora en el cuento también).

Así tiene mucho más sentido la valoración de algunos críticos y ensayistas cuando mencionan que el Modernismo (y sus vanguardias) podrían considerarse como el “resurgimiento del romanticismo” en el S. XX, pero con un mayor “sentido del absurdo”.

Y ya que estamos saltando de siglo en siglo para encontrarnos con que las cosas no cambian tanto como nos gustaría que cambiaran, viene a mi mente James Walsh –de Starsailor- con eso de “Christ, I’m out of my mind, I need to be loved.”

Ah, ¿por qué será que lo engañosamente simple en la superficie tiene tanta profundidad, que es casi nocivo para la salud mental….?

Friday 11 December 2009

Amén, Maestro Rilke ;-)

Que yo un día, al salir de esta visión sombría,
eleve mi canto de júbilo y gloria hacia los ángeles que nos son propicios.
Que el diáfano martillar del corazón
no falle ante cuerdas blandas, que se cortan, dudosas.
Que el fluir de mi semblante me haga más luminoso;
que florezca el llanto inaparente.
Oh, cómo me agradaréis entonces, noches de aflicción.

Rainer Maria Rilke, Elegías del Duino: Décima Elegía

Genial contraparte al inicio sublime de la Primera Elegía (que es demasiado escalofriante, i.e. sublime, como para aceptarse con la tranquilidad que inspira la belleza). Ojalá así sea… Reconciliación (que no resignación) con… Bueno, con todo…

Thursday 10 December 2009

Refl. Noc.

Ah… Creo que nunca había pensado seriamente en lo agradable de la noche, el sentimiento liberador y valioso que trae consigo. Un sentimiento creativo… Durante mucho tiempo he pensado que a veces parece como si sólo las horas nocturnas tuvieran valor y sentido, precisamente por el aroma y el ambiente de ficción, levedad y posibilidad que tienen… Pero no lo sé…

La noche es agradable (desde el atardecer, en realidad, tan pronto como ya no haga calor y el balance entre luz y oscuridad se incline hasta ésta última), no por la melancolía, sino porque pareciera que todos los límites del tiempo y el espacio se difuminaran… Incluso el cielo parece estar más cercano, tomando como referencia a los edificios… Claro que eso es sólo una ilusión óptica… Pero a veces es como si todo lo fuera, y la realidad, sólo la ilusión aceptada y sancionada por el consenso… La noche entonces es como el simbolismo que lo contiene todo dentro de sí…

Y el hecho de que los límites se desvanezcan no trae la acostumbrada (y un poco molesta) nostalgia, porque es imposible sentir melancolía cuando todo está al alcance de los sentidos. Ah, que agradable esta forma tan curiosa de “recuerdo”, que no lo es en realidad, tan independiente del tiempo como se la percibe… (Y esto es, sospecho, otro de esos “Estados Mentales Inducidos”, parecido a otros –en el material de sus efectos- pero ciertamente más agridulce que doloroso…)