Monday 13 June 2011

Last try to break the code / A silent virus takes control

Últimamente he pensado en los usos populares de la high-tech y los lamentables resultados que han provocado. Casi a diario tengo que bajar la mirada y negar con la cabeza pensando "brr, ¿para esto se usan las grandes conquistas de la humanidad, etc." Y no quiero satanizar a la tecnología al sentido anarco-primitivista ni nada por el estilo, porque yo la uso y la disfruto, y aún más, porque gracias a ella he tenido acceso a materiales y aprendizajes que de otro modo jamás hubiera podido tener cerca. (Un ejemplo rápido: mi gusto por la literatura inglesa y francesa se vio alimentada por las muchas traducciones -buenas, malas- a las que pude tener acceso a través de internet y sobre todo, a los textos originales que pude encontrar en la red, en un tiempo en el cual comprar libros importados estaba total y absolutamente fuera de mi alcance por motivos financieros.)

Y aún con todo, en ciertos momentos pienso que la tecnología no ha creado nuevos vicios (como algunos señalan) sino que sólo ha acentuado la presencia de los ya existentes, los ha hecho evidentes, los ha difundido.

Recuerdo que cuando estudiaba en el cch, (años curiosos de mi vida, sin duda, en los cuales pasé de una "vocación" a otra, donde aprendí bastantes cosas, etc...) la mayoría de mis compañeros solían llevar una vida bastante disoluta, abundante en alcohol, drogas y sexo, en ocasiones ilícito, y otras tantas, simplemente degradante. Las historias que se contaban entre clases y durante ellas eran las únicas formas de enterarse de estos escándalos, pero ahora, según puedo escuchar por amigos más jóvenes y notas en la prensa, este estilo de vida continúa y ahora está documentado en videos, fotografías, comments, etc. Siento que lo molesto del problema es lo evidente que se ha vuelto, porque nos señala que durante mucho tiempo la moralidad ha estado ausente en absoluto de la educación y la opinión pública. ¿Disciplina? Para nada... El problema no lo causa la tecnología pero así nos gustaría pensarlo.

Por otro lado, leyendo acerca de la marcha en contra de la violencia de género en la ciudad de México, fue triste notar que pasó de hacer uso de la ironía a ser una ironía en sí misma. Las pancartas y consignas mencionaban frases sexistas o de corte ofensivo contra las mujeres, y sin embargo, varios de los asistentes (o transeúntes que pasaban por ahí), haciendo uso de la tecnología parecía que practicaban literalmente las sarcásticas consignas.

Dos casos en los cuales el problema es más profundo que el de "la high-tech está ablandándonos los cerebros" (lo que sin duda, y en cierta manera, fisiológica sobretodo, puede ser verdad). Dos casos ante los que pienso, "seguro, la gran mayoría de la gente no está lista ni moral, ni ética, ni emocional, ni intelectualmente para el uso masivo de la tecnología". Todo depende del uso, pero ése es justo el problema, quizá en condiciones ideales estaría fuera de la existencia. De vuelta al mundo real, “que mal, está aquí para quedarse pero parece que no es más que una colección de cosas deplorables”.

Por cierto, me parece increíble que Orwell y las distopías le hayan atinado al hecho de que la pérdida de la privacidad sería el signo de la total decadencia… Me parece aún más increíble que, en la realidad, no haya sido un sistema totalitario el que nos haya despojado de nuestra privacidad, sino que los mismos ciudadanos son quienes la entregamos, la regalamos, la olvidamos, nos da igual, nos encanta que no exista… Así ya no me suena .tan extraño eso de que “la tecnología no es una herramienta es un sistema” y nosotros quisiéramos ser sus engranes pero somos más o menos sus esclavos, ¿no? (Uh, dos rayitas menos, por favor, jaja)

Y que los grandes magnates se sigan peleando con el negocio multibillonario que la high-tech reporta, los ciudadanos de a pie siempre somos los que en balance, perdemos más de lo que podemos ganar.

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