Es una sensación extraña, que se siente real, tal vez una oportunidad, quizá simplemente una de esas amargas verdades de la existencia que te escupen a la cara y te dejan en el aislamiento helado de la consciencia… Darte cuenta que alguien que creías que te comprendía, no lo hace en absoluto… Es tan difícil encontrar un “yo también”, y es tan reconfortante escucharlo, siquiera en tu imaginación…
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