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Wednesday, 12 January 2011

Todo menos eso, Rilke…

Te suplico... tener paciencia con todo lo que no tiene respuesta en tu corazón y tratar de amar las preguntas mismas, tal y como si fueran cuartos cerrados o libros escritos en un idioma extranjero. No busques las respuestas que no pueden serte dadas ahora, porque no serías capaz de vivir con ellas. Y el punto es, vivirlo todo. Por ahora, vive las preguntas. Quizá entonces, algún día, dentro del lejano futuro, podrás, gradualmente, sin siquiera notarlo, vivir tu camino rumbo a la respuesta...

Rainer Maria Rilke

 

Quisiera seguir tu consejo, pero en  mi caso, le pides peras al olmo… Jajaja, menos mal que, en mi postmodernismo, las respuestas, de aparecer no son sino ironía y no aparecen sino hasta el momento adecuado… Así que, estamos frescos…

Sunday, 31 October 2010

La Muerte – (R.M. Rilke)

Como últimamente he tenido que estármela viendo con la idealización de la "eternidad" o la "inmortalidad", la "constancia", la "falta de cambio" y tantas creencias perniciosas que han sido expresadas muy "bellamente" (y por tanto, de formas peligrosamente engañosas, podríamos decir), tuve que regresar a los verdaderos poetas que le hablan a alguien como yo, jajaja. No sé si sea bueno o malo. Esos poetas "modernos" (en el sentido menos amplio, académicamente hablando, de la palabra, pero mucho más realista) que ven a la muerte, a la mutación, al sufrimiento y porqué no, también a la vida, al gozo, y al destino directo a los ojos, sin miedo, a veces con irreverencia y otras tantas con un silencioso respeto, pero siempre con honestidad...

Y por supuesto, pensando en que estos días son de "festividades de Muertos", ya sean las latinas o las más sajonas, sin duda todas se relacionan con ese extraño "seudo-misterio" del final de la vida, de cómo soportar esa carga y qué le impone a la naturaleza humana el que nada sea eterno, ya no digamos los momentos, sino la existencia misma; recordé un poema de Rilke titulado "La Muerte":

 

LA MUERTE

(Der Tod - traducción de Otto Dörr)

Ahí está la muerte, un extracto azulado
en una taza sin platillo.
Un extraño lugar para una taza,
el estar sobre el dorso de una mano.
Muy bien se reconoce sobre la curva esmaltada
la rotura del asa. Polvorienta y en escritura gastada,
sobre su lado externo, la palabra >Es-peranza<.

Esto la ha des-cifrado ya el bebedor de turno,
en un desayuno lejano.

¿Qué clase de seres son estos
que hay que terminar espantando con veneno?

¿Se quedarían si no? ¿No enloquecerán aquí
en esta cena tan llena de dificultades?
Es necesario quitarles el duro presente,
así como se saca una dentadura postiza.
Entonces ellos balbucean y continúan balbuceando,
balbuceando...

.................................................

Oh lluvia de estrellas,
vista desde un puente, alguna vez.
No olvidarte. ¡Permanecer!

 

Lo que es maravilloso del poema no es sólo la naturalidad con la que la voz poética parece tratar este tema tan vaporosamente pesado para muchos, o que la metáfora realce la fragilidad de la vida, sino su comprensión de que el final, la muerte, conlleva la apreciación de la existencia. Efectivamente, somos seres complejos a los que hay que estar "espantando con veneno" para que abramos los ojos y hagamos lo que debamos hacer, quedarnos, no llegar ni irnos, sino ¡permanecer! Jajaja... lo increíble es que pasamos por alto que el final, el hecho de que las cosas pasan, y lo más importante para nosotros se convierte en algo "visto...alguna vez", conlleva también el acceso a la "Esperanza"... ¿Cuándo llegaré a ser como ese bebedor de turno, en un desayuno lejano...? ¿Cuándo dejaré de estar balbuceando, balbuceando, balbuceando...?

Friday, 11 December 2009

Amén, Maestro Rilke ;-)

Que yo un día, al salir de esta visión sombría,
eleve mi canto de júbilo y gloria hacia los ángeles que nos son propicios.
Que el diáfano martillar del corazón
no falle ante cuerdas blandas, que se cortan, dudosas.
Que el fluir de mi semblante me haga más luminoso;
que florezca el llanto inaparente.
Oh, cómo me agradaréis entonces, noches de aflicción.

Rainer Maria Rilke, Elegías del Duino: Décima Elegía

Genial contraparte al inicio sublime de la Primera Elegía (que es demasiado escalofriante, i.e. sublime, como para aceptarse con la tranquilidad que inspira la belleza). Ojalá así sea… Reconciliación (que no resignación) con… Bueno, con todo…