Recuerdo que una vez alguien se quejó de lo que consideró una innecesaria profusión de adjetivos en uno de mis textos. Cuando le mencioné el incidente a otra persona me dijo que tantos adjetivos no podían ser considerados como un error, sino más bien como una marca de estilo. Es decir, el comentario era sólo una apreciación subjetiva y no una corrección.
Lo comprendí de esta manera y sin embargo, ahora escribo (bueno, escribía) con menos adjetivos, o, lo que es más exacto, poniendo atención en cuántos y cuáles, no como una forma de cuidar o mejorar mi redacción sino a causa de un pánico insano al exceso de ellos.
Para que aquella crítica hubiese podido tomarse como una corrección, debía haber partido de un código de reglas, de consideraciones, quizá de una base teorica o de la comparación con algo "adecuado". Durante mucho tiempo he pensando que así fue, y que el comentario provino de un genuino juicio académico, basado en una convención aprendida.
¿Qué es lo que realmente establece lo correcto o lo incorrecto, lo adecuado o lo equivocado? ¿Sólo el buen sentido común? El argumento podría sonar plausivo, demasiados adjetivos son (pueden ser para algunas personas) enojosos, estorban y aturden, dificultan la acción y demostrarían que quien escribe es incapaz de recrear una escena o una descripción. Pero ¿cuántos son "demasiados"?
Se supone que las reglas son sólo sistematizaciones del buen sentido... Pero bien podría ser que sólo sean un marco de referencia que aspire a ser tomado como referencia contra el caos del conocimiento en el universo... Entonces, basarse en esas reglas no resultaría en saber que es lo "correcto/incorrecto", "adecuado/inadecuado" sino sólo en un intento desesperado de mantenerse dentro de un campo de acción controlado y por lo tanto, comprensible, susceptible de ser entendido, manipulado y contener en sí, el orden que no parece existir en ninguna parte.
Así las reglas (de estudio y consideración) resultan en una limitación para apreciar lo que se observa, escucha, lee, etc. En ocasiones las normas redudan en una mejor comunicación (i.e. las reglas de ortografía) pero no todas son tan útiles... Para explicarlo de una forma sencilla, la arbitrariedad de ciertas reglas (morales, éticas, estéticas) podría traer como resultado una reducción del espectro a estudiar y su arbitrariedad deja mucho que desear en cuanto a los argumentos que defienden su validez...
No comments:
Post a Comment