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Durante mucho tiempo el sector dominante de la sociedad no tuvo que preocuparse (mucho) de ciertas actitudes que se consideraban propias y únicas de un solo sector de la población. De uno o de varios, pero ciertamente no del sector dominante. Sin embargo, durante el siglo pasado, todos los grupos de la sociedad parecieron darse cuenta de que ya era hora de ganarse una posición, y notaron que la superioridad de uno (o varios) grupos sobre otros no estaba justificada y además, era injusta e inaceptable. Claro que eso dio lugar a un cambio total en la organización de la sociedad (notablemente de las minorías raciales, y de las para nada minorías laborales y de género). Esto trajo la aceptación de la igualdad (que con reservas, basada en la “justicia” –un término todavía discutido– se llama “equidad”) de todos los seres humanos sin importar género, raza, estrato social, y una larga lista de etcéteras. {La aceptación tan celebrada no debe tomarse como un hecho, pues no es una opinión compartida por toda la sociedad y las consecuencias de ella están aún construyéndose. No es fácil derrumbar prejuicios sin sustituirlos.}
Este cambio fue positivo, si se ve de una forma “objetiva” o mejor dicho, “igualitaria”, “equitativa”, porque es más justa la incertidumbre de todos los seres humanos a la incertidumbre de unos cuantos. (No, ya en serio, en realidad sí fue un cambio positivo porque incluyó dentro del “canon establecido” muchas más formas de conceptuar el mundo e incluso ahora da oportunidades a un mayor número de personas. No obstante, el trabajo apenas comienza.)
Pero como de todo lo bueno viene algo no tan bueno, esto trajo cosas negativas, bueno, no tanto negativas sino un poco engorrosas. Ahora que se aceptó que las características y actitudes de las personas no estaban dadas por su género, raza, estrato social, etc., y que el potencial humano estaba repartido proporcionalmente, y que “todos somos seres humanos y merecemos respeto”, los individuos del sector dominante (que todavía existe y supongo que existirá siempre) tuvo que aceptar que dentro de sí se encontraban también todas esas cosas inherentemente “humanas”, negativas y positivas que durante tanto tiempo habían negado para inclinarse a cultivar sólo lo “bueno”.
Esto sucedía paralelamente a todo el rollo que explicaba en el post pasado. Y en un momento de (en mi opinión, triste) convergencia, la necesidad de pertenencia y la necesidad de deshacerse de lo negativo se unieron para producir la negación de lo indeseable natural (término mío que no es sino una manera de identificar el fenómeno). Como ahora ya no podían cargarse (al menos no oficialmente y con apoyo general) los rasgos indeseables a: las mujeres, las minorías étnicas, los pobres, etc., y los subgrupos disidentes se encontraban deseosos de una identidad que los identificara, la solución fue “permitirles” identificarse y “hacerse de”, es decir, “apropiarse” de todos esos rasgos con los que la “humanidad racional” (como si eso existiera más allá de una frase casi política) no quería cargar. (Ej. Irracionalidad, irresponsabilidad, rebelión, violencia, experimentación, emoción, sentimientos, exploración del lado oscuro del ser humano, etc.)
Con eso ya no suena tan inexplicable los cultos a una serie de cosas “negativas” que son tan comunes en la actualidad. Lo más curioso es que el hecho de que hayamos permitido que ciertas personas se apropiaran de algunas cosas inherentemente humanas nos hizo perderlas. Hay una larga lista de cosas que no se pueden hacer, decir, pensar, ver, leer, pues eso automáticamente te convierte en “parte del grupo”, y por supuesto, cuando no se es “parte del grupo”, no se quiere ser visto como parte de él. (Habría que pensar un poco en esa fobia a los grupos de parte de un sector de la población, en el que me incluyo, pero supongo que la única forma de aceptar cargar con el estigma de un grupo sería poder cargar también con lo positivo, y para eso tendría que formarse “parte”, es decir, limitarse.)
{{Posts escritos durante las últimas dos semanas en lapsos de 10-15 minutos, como forma de relajación, para sacar la amargura de mi mente que últimamente me tiene amordazada por completo y en total distracción… :-(, casi diría deprimida, pero nah… mejor diré en total desolación, es más exacto y menos sentimental… }}
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