Por fin después de semanas y semanas de espera (pero de “espera” sólo nominalmente porque en realidad tenía tanto por hacer que a ratos ya ni me acordaba de ella) fui a la exposición de Magritte en el Palacio de Bellas Artes. En realidad he de decir que el ambiente “elitesco” que se respira ahí es como para darle un tiro a alguien, pero por supuesto que están un paso adelante de nosotros los “postmodernistas saboteadores” y hay detector de metales en la entrada…Pues ya que… Con eso de que está prohibido tomar fotos, usar celulares y (¡el colmo!) tomar notas… (mmm, sí… ni que estuvieran tan buenos sus comentarios a las pinturas… seguro en internet hay cosas más interesantes o con una hora que me dedique a redactar algo sale algo más significativo…) pero ya que, ¿no? los curadores se creen que en serio son mejores que el resto de la humanidad, pero nah… ¿quién, en estos tiempos, se cree eso de que los legos no tenemos ni idea del arte? Eso me pone de mal humor… Su estúpida elite que quieren seguir manteniendo y ¿para qué, con qué fin? Ni ellos mismos lo saben, sólo que el statu quo es demasiado agradable como para perderlo ¿no?
Estaba pensando (algo no muy brillante, un lugar común, pero a veces las ideas brillantes suelen de un giro a los lugares comunes… tal vez…) cómo en su momento el surrealismo fue todo un comentario/crítica a la sociedad de masas, a la perdida de la individual, tecnocracia, etc… (curioso que la mayoría de esas cosas en realidad aún no existían como las conocemos ahora… es decir “uh… lo que faltaba”, “lo que todavía tenían que ver los artistas de medio siglo y lo que nunca vieron), más curioso aún que ahora ese tipo de arte se considera tan contestatario y postmoderno que ahora ya forma parte de la sociedad de masas y todos concordamos en que tenían razón: a todos nos lavaron el cerebro y ya no hay individualidad. Pero el punto es que ahora la crítica es la opinión aceptada y por lo tanto, ya no es tanto crítica ¿o sí?
Y, ¿con qué nos quedamos?
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