Los breves instantes en los que creí que mi vida me llevaría por el camino de la ciencia (instantes que parecen más breves cada día que pasa) fueron los momentos en lo que siento que conocí algo de inquieta felicidad (la única clase de alegría que mi sensibilidad perfeccionista me permite apreciar). Tiempos en los que no me importaba mucho que el entusiasmo estuviera empañado con el hecho de que "el camino de la ciencia" probablemente me presentaría un salón de enseñanza media como destino. La perspectiva ni siquiera aparecía en el horizonte: tan efectivamente embriagante resultaba la armonía del mundo develándose ante mis ojos... Y quienes escucharon mis arrebatos hace más o menos un lustro (uh, ¿tanto tiempo?) pueden atestiguar que ni la duda ni la improbabilidad me molestaban, pues había encontrado la forma de sobrellevar la incertidumbre. En una palabra me había "puesto la camiseta" de mi equipo y cuando contaba algo solía introducirlo con algo así como "descubrimos", "sabemos", "estudiamos", "creemos", "pensamos", "buscamos", etc. {Efectivamente, también caí en la trampa de la necesidad humana de "pertenencia" y me alegraba saber que yo no estaría en el grupo de los “legos”, fuera del conocimiento.}
Pero esa ilusión no podía durar. No lo hizo. Se desvaneció en un parpadeo y mi seguridad y mi entusiasmo con ella. Las proféticas palabras de mi profesor de Biología se cumplieron (es decir, fue hasta ese instante que se volvieron "proféticas" y no simplemente "fatídicas") y "el camino de la ciencia" lo siguen otros. Oficialmente yo no.
Tendría que haber pasado a ocupar el lugar que me correspondía entre los "no-científicos" como fan de una "golden age" pasada, que nunca había existido y que yo nunca había conocido, jurando que había sido maravillosa. Y claro, esa farsa no podía sostenerse por mucho tiempo. Parece que estuvo desmoronándose durante años, y hace más o menos un mes cayó la última piedra, pero hasta ahora tuve algo de valor para decírmelo. (En parte porque sigo a la mitad de la nada y todos los trozos siguen por ahí desperdigados, así que el peligro aún está presente...) Aceptaré que no tengo ni idea de cuál es el "camino" que me lleva ahora, o peor todavía, no sé cuál es el camino que quiero llevar.
Pero seamos upbeat por un momento, (lo que en mi caso sería ser todavía más “offbeat” de lo que soy comúnmente) y entonces tendré que decir que la “armonía” puede encontrarse de diferentes maneras… (Ah, mira nada más que metáfora tan figurativamente completa acabo de construir por accidente…).
Cuando tuve la absurda idea de dedicarme a la biología me encontré con que mi éxito con las ciencias exactas y el resto de las ciencias naturales tendía a cero y que mi talento residía en encontrar formas creativas de utilizar los conceptos y las teorías fuera de contexto. ¿Cómo tener éxito en algo que te exigía no fracasar en todo lo demás, sobre todo si “todo lo demás” incluía a la termodinámica, a las matemáticas, a la química y a… bueno, ¿para qué sigo? Pero por supuesto ¿cómo no sentirse alegre estando en medio de esa “total unión” de conocimientos? No me culpo por tratar de incluirme en esa “comedia” del conocimiento humano.
Claro, de este lado “trágico”, desde no tengo permiso de llamar conceptos psicológicos, ni legales, ni históricos, ni sociales, ni antropológicos, bueno, lingüísticos sólo de repente, las cosas se ven tan oscuras, y absurdas, aisladas y sin valor, sin un orden ni un sentido, o al menos uno que yo no soy capaz de ver aunque me juren que existe… Desde aquí no puedo más que darme cuenta que la sistematización no tiene nada que ver con los objetos que tratas de organizar, sino que todo depende de la forma en la que los ordenas…
Resultó que no soy más imbécil ni más infeliz que hace un lustro, sino un poco menos ingenua, y eso conlleva tanto que no tengo ni idea de qué significa. Será que al fin y al cabo siempre he estado en el mismo camino pero he tenido que dar muchos y largos rodeos…
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