Como siempre es muy difícil decir “hey, you make me nervous, really, like hell… I don’t know why… let’s go out somewhere to find out…” (añadiendo la coqueta risa que parece funcionarle a todo el mundo menos a mí…), hay que soportar la humillación cotidiana y bajar los ojos, tragarse lo que uno siente y esperar que a la parte estúpida de la mente mejor conocida como “corazón” se le ocurra recordar que tiene dignidad y que ésta obliga a olvidar todas esas idioteces mal llamadas “sentimientos”. Pero para hablar con honestidad, la parte estúpida de mi mente tiene pésima memoria y ese proceso puede tardar mucho tiempo. Para seguir manteniendo ese perfil “bajo”, es decir, discreto y distraído, hay que ocuparse en algo…. (Diablos, justo después de mi brillante exposición de “el amor no existe”, etc… Mi opinión sigue siendo la misma, debo entonces concluir que -dolorosamente- me engañan mis sentidos…)
Los murciélagos de tus ojos siempre
me despiertan a mitad de la noche,
ritmos optimistas que tu voz vierte
modulando el sabor de mi reproche.
Tú, siendo todo respuestas y afirmación,
vas aumentando la duda de mi existencia,
este sueño mal recordado, y la decepción
que terminará por ahogar mi paciencia.
Yo, que de tantos fracasos podría fácilmente
socavar cualquier concepto de felicidad,
echarle la sal hasta a la buena suerte
y devolverle el caos a tu serenidad.
Que pueda morirme en tus ojos una vez más
así no tendría que volver a despertar.
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