{Febrero 2004, en una clase –de biología por supuesto–, esto va perfecto con la amargura de la duda del post anterior y que algo así sea lo último que se me ocurra decir….}
En medio de la ilusión
de la mañana anterior a ésta,
llegó desde el principio,
el final del mejor acto,
y su voz murmuró:
"El sol llueve sobre mi morada,
los árboles delineados en el piso,
reciben a los animales y a esas almas
que crecen regadas por la luz,
aquella luz antigua, aquella luz veraz
que contagia con sonrisas de pena
a quien queda aletargado por el peso
de la continua rutina, de la vida."
Si todo posee su propio y justo valor, me digo,
¿por qué el calor mata esta época al frío?
"Tanto más hermoso,
tanto más por indemne.
No quiero más diversidad."
¿Hasta cuándo el fuego de los días
convertirán a las noches inquietas
en el tranquilo descanso del duelo?
"Suéñame, sección de inicio:
el sabor de la estación
como el núcleo de fuego,
responde a la fuerza
desprendida. Que tu cabello
sea puro y sencillo
sin ser nunca simple."
Ah, suéñame, sección de inicio,
y llévame hasta el fin.
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