Wednesday, 1 September 2010

Sed

No sé si la imagen sea la adecuada o sólo una muestra de mi neurosis (porque la desventaja de la neurosis es que puedes tener una imaginación muy activa pero ser incapaz de darte cuenta de si sus resultados son adecuados o no), pero el estudio de la literatura a veces me parece como hacer jugo de naranja, sólo que con libros en lugar de frutas.

Cuando haces jugo ya sabes lo que quieres, porque lo has visto y bebido otras veces, tienes una idea más o menos clara de adónde quieres llegar. Tomas la naranja, la exprimes, tomas el jugo y tiras el resto. Lo curioso es que la cantidad de jugo es mínima en comparación con la “basura” que produces... Más interesante aún es ver que puedes darle muchos usos a eso que creías que no te servía sólo porque no lo querías... En pocas palabras, hacer jugo de naranja podría resultar una graciosa metáfora para ejemplificar las desventajas de la "atención selectiva" que tan importante es en el pensamiento "racional".

Cuando estudias literatura pareciera que tomas una obra literaria, le sacas lo que quieres sacarle (lo que "debes/tienes/deberías encontrar", lo que te "enseñaron que se encuentra", etc.) y tiras el resto ("el resto" viene siendo todo lo que no anotaste en tu comentario crítico que seguro tiene mucho más qué decir que tu texto). Después, pasas a la siguiente naranja, quise decir, texto.

El problema es que en una naranja es fácil distinguir el jugo del resto, y en la literatura no es tan fácil distinguir "lo que buscas" de "lo que no anotas en tu comentario". Será que los críticos fueron los primeros que se encontraron en la situación de "consumismo" que tan común se nos hace a todos ahora...

Si dejas un vaso de jugo de naranja en algún sitio, después de un rato (dependiendo del clima) ya no te lo puedes tomar, se separa por sedimentación y comienza a fermentarse, convirtiéndose en algo con lo que no puedes refrescarte ni nutrirte. Al final, lo tienes que tirar o arriesgarte a beberlo...

Si dejas un... {{No irony intended}}

 

Addendum i:

Pensándolo más, tal vez el problema es que no existe ese “concepto unificador” que tanto me preocupo en buscar. (Resultaría que sí era neurosis mi comparación…Ni idea…) Pero las preguntas “te hacen daño y son una carga para los demás”… Cuando disfrutas algo no necesitas justificarlo ni explicarlo, al parecer… (Y ésta última idea parece una salida rápida a la confusión del pensamiento…) El problema con la falta de una razón es que cualquiera puede tener razón, (como cuando encuentras que los críticos cometen todos esos “errores” por los que a nosotros los estudiantes nos sacrifican: poner palabras en los labios del autor, sugerir correcciones, no anotar bien las referencias bibliográficas, etc…)  Lo que se necesita al fin y al cabo es concentración, y que nadie ni nada afecte ese estado mental….

 

Addendum ii:

En conclusión, nadie tiene la culpa de mi idiotez más que yo, toda la racionalidad es una manera vana de tratar de justificar mi fracaso, ¿no? {{¿Esto último fue ironía? Sí. No. ¿A quién diablos le importa?}}

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