Thursday 17 February 2011

¿Las cosas son como son porque fueron como fueron?

Al parecer ya llevan  unos meses demoliendo internamente el afamado Cine Teresa del Centro Histórico, pero yo no me había enterado, a lo más, me había preguntado porqué lo habían cerrado y en su marquesina ya no se leía el anuncio de su “fabuloso programa doble” desde hace tiempo.

Y por supuesto, como en estos casos todas las posiciones tienen fans (mmm, no innuendo intended) de inmediato varios (entre arquitectos y organizadores de festivales de cine gay) se han manifestado en contra de esta medida, argumentando que “toda ciudad cosmopolita debe tener un cine porno”, o que “el Cine Teresa tenía una función iniciática en la sexualidad para muchos jóvenes”, también no olvidaron la nota político-social diciendo que “quitar esta opción de entretenimiento popular sólo llevara a muchos hacia la marginación”, ya que el cine ya no está en la “canasta básica” de la mayoría de los capitalinos. (Sin duda, creo que lamentablemente no lo ha estado en varias décadas, pero, ¿realmente se considera la prostitución no regulada y el cine porno como “entretenimiento popular”? ¿No sería mejor ofrecer otras opciones mejores?)  Según ellos, si se dejaron de proyectar las películas “de arte/de autor” y se proyectaba porno era por razones “económicas”, porque “este cine también tiene su público y debe respetarse” (bajo esta perspectiva, si les consigo una base enorme de fans de snuff, deberíamos ser lo suficientemente cosmopolitas para tener un cine de este tipo, uh, me oí a Eli Roth…). También añadieron que es lamentable que el cine se cierre porque es parte de la historia y la riqueza arquitectónica de la ciudad, además de que no es posible que se cierre por “intereses económicos y  no morales”.

Seguro que es pésimo que el histórico y pintoresco Cine Teresa se vuelva “una plaza comercial más” (de las que ya hay tantas en todos lados) donde una “cadena monopólica de cines” (me preguntó cuál de las dos que tengo en mente es la ganona…) siga obteniendo sus groseras utilidades. Sin embargo, el hecho de que se defienda este cine sólo porque “siempre ha estado ahí” parece ser un pobre argumento, ¿tanto le tememos al cambio? La fachada Art-Decó debe ser mantenida, sin duda, porque el arte y la historia no son “sólo piedras”, pero no sabía que vivíamos en una sociedad tribal donde los jóvenes debían pasar por “ritos iniciáticos”  exponiéndose no sólo a un “ambiente fuerte” (como uno de los inconformes describió) sino también a la propagación de enfermedades y la perdida de la dignidad humana. Cierto, así tan simple y sencillo es cómo se va desvalorizando el sexo y la figura del ser humano en aras de la búsqueda egoísta del placer, lo que tiene más consecuencias de las que se ven a primera vista. No me acusen de puritana (quienes me conocen bien saben que estoy en el otro lado del espectro), es sólo que creí que ya vivíamos en el S. XXI donde las “iniciaciones” eran cosa del pasado y teníamos una profunda autoconciencia de la complejidad de las necesidades humanas. (Aquí viene en ayuda de todos, menos de  mí, el psicoanálisis, tan tendencioso y forzado que sólo sirve para hacer introducciones polémicas a los comentarios a obras literarias… There, I said it… Será que parte de la modernidad es jugar a ser “ancestral”…)

Por otro lado, si el cine se mantenía a causa de “intereses económicos”, ¿cómo podríamos quejarnos de que ahora esos mismos intereses lo hayan llevado a venderse al mejor postor? Ser “cosmopolita” no debería ser lo que más no preocupara a los mexicanos, con tantos otros problemas que tenemos….

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