(En realidad mi padre nunca dijo nada respecto al amor, pero solía escribir sonetos perfectamente métricos y rimados... además le gustaba Neruda, entonces seguro que mi definición no está tan alejada de la realidad... Lo que sí, es que sí está muerto y ya nada me detiene para alejarme de su perniciosa influencia... Y pues... sí tenía un perro, pero no era un perro guardián, que yo recuerde era un Alaskan... Tenía 3 años, hace 11 años... me pregunto si aún estará vivo el can...)
Un amante es como un perro salvaje,
no puedes mirarlo directo a los ojos,
a menos que sepas huir de sus garras
llegado el momento de salvar tu vida,
o responder a sus ataques sangrientos
que amenazan con dejar en pedazos
todo lo que hay de brillante en ti.
Mi padre decía que el amor es como el viento
que respira en las cornisas bajas de la catedral,
cuando los amantes se hablan tierno y lento
hasta que entre las rejas suena una música letal
y dulce, que envenena los oídos y endulza
el corazón de quienes aman y amar buscan.
Pero mi padre se equivocaba
y ahora que está muerto nada me detiene
para gritarlo desde lo alto
hacia toda la ciudad.
Un amante es como un perro guardián,
no puedes mirarlo directo a los ojos,
te olfateará, escudriñará, te perseguirá,
hasta que te tenga entre sus colmillos
sus orejas no descansarán de tus latidos.
¿Qué es lo que protege? Nada.
El constante camino de la vida
hacia el caos.
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