Wednesday 19 January 2011

Algo que aprendí…

Un episodio de Los Simpsons me hizo recordar esa común tarea escolar de "Hacer un Árbol Genealógico", una de esas actividades de las que siempre dude aprender algo, aunque ahora que lo pienso sí aprendí mucho...

En la primaria tuve que repetir este mismo encargo al menos unas cuatro veces (quizá a mis maestros/as les pasaba lo mismo que a la profesora de Lisa, pero en realidad preferiría pensar que tenían una buena razón para dejarnos esa tarea). El problema es que "la familia" es un tema que en mi familia no se toca con mucha frecuencia y pareciera que es más incómodo de lo que quisiéramos aceptar. A decir verdad no sé por qué pero no sé mucho de mi familia más allá de una generación atrás. La mala noticia es que si no llevas un árbol genealógico que no cubra al menos cinco generaciones te ganas una mala calificación y un regaño de tus maestros. Eso me pasó más de una vez. Pero eso no era lo peor, nah, lo peor era que siempre que intentaba investigar, indagar, comenzar a hacer preguntas en mi casa para llenar las ramas de mi árbol recibía una respuesta negativa. Mi madre se encargaba de hacerme sentir mal por querer llevar una tarea completa. Después, en la escuela, el sufrir el regaño y la mirada torva del profesor en turno sólo reanimaba mi desánimo. [Me pregunto, ¿realmente creen los profesores que eres incapaz de hacer un árbol genealógico sólo porque no te da la gana? ¿No se les podría ocurrir que dices la verdad cuando explicas que no sabes nada de tu familia? No digo que los profesores debieran interesarse en las vidas de sus alumnos -eso se convertiría en el cuento de nunca acabar y por supuesto, sus sueldos no justifican tanto esfuerzo- pero sí podrían mostrar algo de empatía o ya de menos, de silencio...]

Para cuando tuve que hacerlo la (si no mal recuerdo) cuarta vez, en quinto grado, ya había aprendido mi lección: la solución era ,por supuesto, mentir, fácil y rápido, inventar nombres, inventar profesiones, inventar realidades y vidas, ¿qué tan difícil podía ser? y además ¿qué tan "malo" podría ser si con eso me ganaba una felicitación y un diez más a la cuenta? Preguntarle a mi madre acerca de nuestra familia ya era sólo una rutina para molestarla, jaja, sobretodo porque podía insistir bastante con mis cuestionamientos, hasta que me detuvieran con, ya saben, un grito o una bofetada. Eso sí, "lo reído" ni quién me lo quite... y, ¿quién podría negar la importancia de la lección aprendida...?

Y por supuesto que no escribo esto porque tenga una especie de trauma de mi infancia no resuelto o porque crea que eso justificaría si me la pasara engañando a la gente, sino porque no puedo evitar pensar que seguramente al menos un niño en el mundo, en este mismo momento, está aprendiendo también la misma lección que yo aprendí y hay que echarnos el volado obligado para saber si después aprenderá a no mentir o a utilizar su nueva habilidad para ayudar a destruir el mundo...

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