Sunday 16 January 2011

Presagiando lo que “estaría por venir…”

En la actualidad, y para decepción de los fatalistas y diversión de los escépticos, a pesar de todos nuestros intentos y arrogancia no somos capaces de predecir el futuro. Y no me refiero a las profecías del fin del mundo, sino a prever cosas útiles que se pudieran evitar o cuyos efectos pudieran quedar mitigados: desastres naturales o también, ¿por qué no?, desastres políticos o sociales. Sin embargo, sí escribimos cuanta locura se nos ocurre acerca de lo que “está por venir”, con "pruebas", "evidencia arqueológica" y demás falacias. Para muchos, esta palabras son tan válidas y verdaderas como  cualquier prosa fundacional, y para otros, son sólo un montón de tonterías bien para leer camino al trabajo o la escuela o para reírse de ellas en las conversaciones de café. No obstante, si mañana hubiera un cataclismo (de cualquier tipo, no teoricemos, mejor dejémonos sorprender) que borrara de la faz de la tierra a toda (o a casi) toda la humanidad así como a la mayoría de sus conquistas tecnológicas, los textos científicos, filosóficos y literarios "válidos" se verían irremediablemente mezclados con toda esa "pseudo-ciencia", "pseudo-literatura" y pseudo-filosofía "metafísica"; (así es, los textos del misógino Aristóteles estarían en la misma página que El Secreto) porque ya no habría nadie que hiciera la división o que mostrara nuestras organizaciones y complejos, aunque incompletos, sistemas de ideas. Repentinamente, y como ostentan todas las civilizaciones antiguas, la nuestra adquiriría poderes psíquicos de ver "más allá de lo evidente", y de la nada, nuestras locuras, sueños y ficciones pasarían de ser frenéticos intentos por tener algo de control sobre la realidad, a convertirse en "profecías" esperando cumplirse. Sólo las cucarachas verían la ulterior ironía de la humanidad, que aún sin existir tiene problemas existenciales…

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