Tuesday, 2 November 2010

“Distorting” Roland Barthes

Intro (o por qué el verbo “distorsionar” está entrecomillado y en inglés a pesar de que hablo de un autor francófono): La primera vez que me aparecí en la “divina y sagrada” Facultad de Fil. y Let. (para usar una frase del ex-director de ella, sarcasmo incluido :D) como “aspirante”, fue para presentar un examen de Inglés. Recuerdo que después de la esperada prueba de gramática (de ésas enredadas con un texto en pasado para que sufras con la concordancia de los tiempos verbales), me pidieron escribir algo acerca de los últimos libros que hubiera leído (en ese entonces The Home and the World de Tagore y The Waves de Virginia Woolf). Luego, en la penúltima fase del examen me dieron a leer un texto de Eliot donde expresaba sus ideas respecto a la lucha ideológica-estético-ontológica que el escribir drama le presentaba. Escribí un comentario crítico al respecto, pero en realidad no recuerdo lo que escribí sino que, en la última parte del examen, una entrevista, el profesor que me examinó  me dijo “you distorted Eliot”. (Ahora que lo pienso creo que en ese momento debí sospechar lo que sucedería en la escuela una vez que entrara… pero bueno, en ese punto de mi vida era demasiado tarde como para echarme para atrás), así que tuve que tragarme el que el profesor en cuestión se divirtiera un poco con lo que él consideraba mi “distortion of Eliot”. Cuento la anécdota porque (nunca la había escrito, sí que se oye idiota en letras de molde jaja) demuestra un poco que en las humanidades (como en todo, pero aquí suena un poco más chocante) hay ciertas “verdades e interpretaciones” con “autoridad” e “incuestionables”.

Muchas cosas han cambiado desde ese entonces. Además de que voy recuperando mi autoseguridad, mi cinismo y mi irreverencia (para molestia de mi profesor actual, -prometo no volver a despegar los labios- :P), he aprendido que puedes “distorsionar” a quien gustes, es decir, elegir tendenciosamente las citas, ser “creativo” (al estilo contador) con el análisis retórico o sintáctico, con el fin de construir argumentos que apoyen tus ideas. Esto funciona mejor si eres mínimo Maestro en algo o tienes un libro publicado, pero aún sin ser famoso en la vida académica suele dar resultados (si bien modestos).

(El resto del post :P)  Con eso de que siempre estoy preguntándome cuál es el punto de mi licenciatura (además de contar con un lindo título que mi madre pueda enmarcar, colgar en su pared y por fin dejarme en paz…) y tenía la pesimista teoría de que era una especie de consumismo selectivo, he añadido un nuevo punto a esta teoría. Supongo que un corpus cada vez más sólido de información es lo que irá construyendo una mejor respuesta a este cuestionamiento.

El punto es el siguiente, el estudio de la literatura, al menos un cierto estudio que favorece la lectura casi aislada de diversas piezas organizadas cronológicamente y enfocada a la identificación de figuras retóricas, estructuras sintácticas y los caprichos del lenguaje de “los genios poéticos individuales” parece tener el objetivo de convertir a los estudiantes en una especie de “lector de código de barras”. Para comprender esta metáfora (uh, estoy usando metáforas, zas… utilizo como medio el fin que busco destruir, –cósmico….-) me permitiré citar un fragmento de El Grado Cero de la Escritura de Roland Barthes:

[Hablando de la escritura burguesa y socialista de Garaudy, donde] “nada se da sin metáfora ya que es necesario señalar pesadamente al lector que “está bien escrito” (es decir que consume Literatura). Estas metáforas que captan el más ínfimo verbo (…) son solamente una marca literaria que sitúa un lenguaje como una etiqueta informa sobre un precio. “

Bien es cierto que Barthes previamente asegura que este tipo de Literatura no es la Literatura contemporánea o si quiera la “moderna”, sino que desde mediados del siglo XIX la escritura ha cambiado demasiado como para juzgarse por ese estándar. Lo curioso es que, si bien, la Literatura ya no se produce teniendo este afán “unificador” en mente, quizá no hay que pasar por alto que la Literatura puede estarse estudiando y por tanto consumiendo (porque diría Hobshbawn “los consumidores de Literatura no son sino los estudiantes y académicos”) de esta forma.

Lo que parece que estoy tratando de decir es que el hecho de que estudie Literatura de la forma en la que lo hacemos, aprendiendo a echarme a los hombros todos los cadáveres de las humanidades, identificando cosas por aquí y por allá creyendo que así puedo”hablar de tal o cual” sin “hablar de mí”, es decir, creyendo que por fin logro cumplir el sueño de la “objetividad”, (cuando creí que ya nos habíamos resignado a la “conciencia infeliz” –y eso que a mí no termina de agradarme Hegel-, pero supongo que todos, menos los humanistas, han comprendido lo que significa) quizá no me convierta sino en una “consumidora informada de Literatura”.

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