Estaba el otro día pensando, no en cómo la poesía puede servir para atormentar irónicamente a quienes se intenta admirar al mismo tiempo, (aunque en realidad eso fue lo que me hizo recordar este poema), sino en que toda esa fascinación con “el tierno abrazo de la cripta” no es sólo un interés apasionado y casi enfermizo por la vida y la muerte, al contrario, comienza también a ser el inicio de una reflexión sobre la motivación y el remordimiento. Una forma extraña de trazar la línea que divide el pasado y el presente.
ESTA MANO VIVA
(This Living Hand by John Keats,
traducción de mi alter ego que en cuanto tiene tiempo libre ocupa mi cuerpo para sus experiencias estético-lingüísticas, jaja)
Esta mano viva, hoy tibia y capaz
de un honesto apretón, podría, de estar fría
y en el silencio helado de la tumba,
atormentar de tal forma tus días y congelar
tus noches de sueño, que desearías a tu corazón
seco de sangre, para que en mis venas
roja vida corriera otra vez, y tu consciencia
quedara tranquila; pero mírala, aquí está
y la tiendo hacia ti.
(La sintaxis de este poema –por lo demás una sola oración- es tan efectiva, clara y a la vez enredada que es como para darse un tiro… En éste si que Keats se la mató a su querido Milton. Lo que es más curioso es que si tenía en mente al “divino John” no queda muy claro porqué es tan difícil volver a verter la sintaxis italo-inglesa en español, tal vez justamente por eso…., bueno, que un PhD en Literatura Comparada se encargue de eso, yo me quedo con las venas heladas cada vez que leo esto.)
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